Por Carla Puerto
Ya estamos en diciembre. A punto de acabar un año y empezar el 2013, con el permiso de los Mayas. Y con esto vienen los nuevos programas de televisión, los nuevos formatos, que brillan por la ausencia de la novedad.
Parece que aquí, en España, nos gusta machacadito, que con una edición de un programa no es suficiente. Necesitamos 12 (+1) y si es posible 14, mejor.
Los formatos que fracasan en todo el mundo, son los que triunfan aquí. Tal vez soy un poco pesimista en todo lo relacionado con el «spanish way of life», pero que queréis que os diga… Lo fáctico está ahí.
No somos mucho de arriesgar. ¿Para qué? Si lo que hay funciona y da dinero, no hay ninguna necesidad de crear, de innovar. Vamos a exprimirlo hasta el final. El modus operandi es fácil: apretar y apretar, hasta que la tuerca se pase de rosca. Y lo peor es que esto ya nos viene de serie. Esa vaguería española tan característica nuestra…
Las televisiones apuestan por rostros nuevos, caras jóvenes, dando así la oportunidad de trabajar a los nuevos talentos de la pequeña pantalla. Jesús Vázquez, por ejemplo, el sobrino favorito de todas las madres. Él puso la quinta marcha en su carrera a principios de los noventa y lo seguimos teniendo ahí. La verdad sea dicha, este guapetón, lo hace muy bien. Igual te vende seguros, que te presenta un programa de cajas, y desde Popstars hasta La Voz, pasando por OT. ¡Qué programas tan distintos estos últimos!
Sin embargo, al final todo se reduce a lo mismo de siempre: el dinero. Y sí funciona, pues nos lo comemos con patatas. Y si no te gusta, lo siento, le informo de que forma parte de una minoría y deberá buscar nuevas alternativas.